sábado, 5 de marzo de 2011

10º INFIEL

Empuñó la espada con firmeza, tomó la responsabilidad en sus manos ya que él seguía siendo un extranjero a pesar de ser el jefe de la tribu y no quería que el castigo que debía imponer lo hiciera un hombre de la aldea, para ellos lo más odiado después de robar era la infidelidad. Con un suspiro llevó la espada hacia atrás y con un golpe de costado con todas sus fuerzas cercenó el cuello separando la cabeza de su cuerpo. El silencio era pesado, aterrador, pegajoso. Durante un minuto miró el rostro hermoso bañado en sangre de Karima (su nombre significaba mujer generosa en el Islam) el pelo castaño pastoso de sangre marcaba aún más los rulos largos, casi perfectos. Se hizo justicia, dicho esto la gente se retiró a sus quehaceres nuevamente como si no hubiera pasado nada. Tomando con suavidad la cabeza y limpiando la arena pegada por la sangre en la cara le hace una señal a uno de sus hombres, éste corta una cuerda atada a una palmera y un cuerpo cae pesadamente de las alturas. La mujer tuvo mejor suerte, su muerte fue rápida, casi indolora, solo un segundo de dolor, quizá menos y luego la eternidad. El hombre en cambio, probó los placeres de la tortura antes de que le pusieran la soga al cuello y lo levantaran para que tenga una muerte lenta y dolorosa por asfixia. Así era la venganza del hombre del desierto cuando le era robado su más preciado tesoro, la mujer.
Karima fue desmembrada y arrojada entre las dunas para que los chacales dieran cuenta de los restos sin más ceremonias que la de la lucha por los huesos.
El hombre fue empalado en la entrada de la aldea para mostrar a los viajeros lo que les esperaba si intentaban tomar ventaja de alguna mujer casada.
Moreno se internó en el desierto cuando el sol caía por el horizonte y se sentó en una duna a descansar, recordaba cuando Karima le salvó la vida, pero esa es otra historia.

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